Estrategia o naufragio
Luis Vázquez Hernández. Economista nº Colegiado 386 Consultor Estratégico

Big Data, inteligencia artificial, disrupción, digitalización, metaverso, innovación, economía colaborativa, servitización… ¿les suenan estos ‘conceptos’? Estoy absolutamente seguro que sí, ya que a diario los escuchamos por todas partes y forman parte de nuestro día a día en empresas y organizaciones.

También sabemos que estos ‘conceptos’ generan un impacto en la economía, empresas y organizaciones pero en la mayoría de los casos no son analizados, evaluados e incorporados en la toma de decisiones, de una forma pormenorizada y exhaustiva, por sus directivos o comités de dirección en la medida que condicionan sus mercados, sus productos y servicios y sobre todo sus ventajas competitivas y propuesta de valor. Es decir, no hay una gestión estratégica de la empresa estructurada y planificada que permita tomar decisiones sobre hechos y acontecimientos complejos y cambiantes, cuyo impacto en la empresa puede tener efectos demoledores a medio y largo plazo en su viabilidad.

En la próxima década seremos testigos de la mayor concentración de poder empresarial y económico a nivel global de la historia y la mayoría de cambios, que están ocurriendo casi a la vez, se concentrarán en el ecosistema digital, las materias primas y el talento, siendo estos, sólo una parte tangible de la revolución imparable que estamos protagonizando y sin duda el proceso de creación de valor de las empresas dependerá, en gran medida, de la capacidad de disrupción que tengan en su toma de decisiones.

Tesla, Airbnb, Waze, Spotify, Netflix o Uber son un claro ejemplo de cómo empresas que hace una década o no existían o eran pymes están ganando la batalla a muchos de sus competidores. Estos ‘disruptores’ se atrevieron a pensar diferente, a aportar soluciones reales a las personas y han sido capaces de desarrollar una visión de negocio y unos valores únicos.

Estas serán las empresas que dominarán el siglo XXI, aquellas que no tengan miedo al cambio, que sepan crear valor y tener una clara vocación de negocio con una visión responsable, con la clara misión de hacer mejor la vida a la gente y para ello deberán enfocar sus estrategias sin un temor visceral al fracaso sino con un ánimo de evolucionar permanentemente. Ver lo que otros no ven y hacer lo que otros no hacen, o no se animan a hacer. Sin miedo, pero con una visión estratégica que les permita tener una gran capacidad de análisis y rapidez en la toma de decisiones. Sólo así podrán sobrevivir en un entorno cada vez más competitivo y dinámico mediante una toma de decisiones estratégicas que les permita mantener su posición competitiva en el mercado.

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