¿Qué hay del nuevo modelo productivo?

Granada Económica • Editorial – Opinión

Manuela  MARTÍNEZ*

Cerca de 3.500 empresarios se han dado cita en Sevilla, convocados por la CEA, con la intención de transmitir varios mensajes a varios destinatarios. En primer lugar, la CEA ha querido demostrar, ante el invitado de honor, el presidente de la patronal española, Joan Rossell, que Santiago Herrero lidera una organización muy potente, tanto que ha conseguido la mayor concentración de empresarios que se recuerda, dato que sin duda no ha pasado desapercibido para que el que hasta hace muy poco compitiera con el andaluz por capitanear a los empresarios españoles.

En segundo lugar, los empresarios han querido enviar un mensaje a los gobierno andaluz y central.  A ambos se les reclaman más medidas que favorezcan la salida de la crisis, al tiempo que también piden ayudas. Es decir, se le pide, especialmente al Gobierno central, que ultime las reformas precisas que faciliten la recuperación. Y el último mensaje, a nuestro juicio muy acertado, se ha enviado al grueso de la sociedad andaluza: “el objetivo es –venía a decir- mostrar a la sociedad nuestra esperanza en el futuro y en el desarrollo económico y social de Andalucía”. Y otra más: “liderando una posición constructiva e integradora que contribuya, a encontrar el entorno más adecuado para favorecer la actividad productiva y el desarrollo económico”. Algunos podrán pensar que estas afirmaciones no son más que lugares comunes, pero tampoco faltan quienes entienden que los empresarios andaluces son conscientes de que el crecimiento económico sin justicia social nos lleva a un escenario de conflicto. Es preciso que, ante las reformas que parece se avecinan de forma ineludible, trabajadores y empresarios piensen que están condenados a entenderse para que de ese entendimiento salgan las bases de la futura negociación colectiva que en modo alguno puede suponer desequilibrio o ventaja para alguna de las partes. Solo la igualdad de armas nos permitirá alcanzar el acuerdo perfecto, o más perfecto posible. Y más justo. Eso significa “social” en el discurso de la patronal andaluza. Y esa interpretación es la más deseable, considerando la ingente cantidad de convenios que hay que revisar y la acuciante necesidad de sentar las bases sociales para la salida de esta terrible crisis. Esperemos haber acertado. Desde UGT Granada hemos denunciando insistentemente que la salida de la actual crisis económica no se puede basar en propuestas de reformas que recortan derechos y garantías de los trabajadores y trabajadoras.  La reforma laboral, la del sistema de pensiones o la de la negociación colectiva, no son el tratamiento adecuado que nos permitirá reactivar la economía, reducir las actuales tasas de desempleo y empezar a crear empleo en nuestra provincia.  Tampoco son las reformas que necesitan nuestras pymes o los autónomos para salir adelante, por mucho que sean las “recetas” que promueven las entidades financiera y  grandes grupos empresariales.

Lo que nuestro mercado laboral necesita son cambios orientados a reducir la enorme tasa de temporalidad, los bajos salarios, la excesiva precariedad, la desigualdad y la inestabilidad laboral.  Porque estos cambios, no sólo son fundamentales para dignificar las condiciones laborales de los trabajadores granadinos,  sino además para mejorar la competitividad y la productividad de nuestras empresas. 

También hemos venido demandando, desde incluso antes de que estallara la crisis, la necesidad de impulsar cambios estructurales en nuestro patrón de crecimiento y los sectores sobre los que se asienta, reforzando su eficiencia y sostenibilidad, gracias al impulso de la educación y el conocimiento, al desarrollo tecnológico e innovador o al mayor peso de la actividad industrial en la economía granadina.

Lamentablemente, ya se habla poco del cambio de modelo productivo. Los políticos locales con responsabilidad de gobierno o la patronal granadina, siguen anclados en el modelo que provocó la crisis que hoy padecemos y se refieren a la creación de empleo o a la recuperación económica utilizando los mismos esquemas de siempre. 

Es mucho lo que se puede hacer desde lo local para favorecer un entorno que reduzca la incertidumbre y mejore la confianza, a través de unas políticas municipales que fomenten e incentiven la actividad económica, tanto en los sectores tradiciones como en los sectores emergentes con alto potencial de creación de riqueza y generación de empleo. Pero Granada necesita también una reforma empresarial que impulse una cultura diferente entre el empresariado granadino.

Nuestros empresarios deben asumir  que la producción de calidad y la mayor competitividad sólo son posibles con trabajadores y trabajadoras implicados en la empresa, con la adecuada cualificación profesional, con salarios dignos y a los que se les respetan sus derechos laborales y sindicales.

No obstante, hay una circunstancia que incide también en la competitividad y, por tanto, en el futuro de nuestras empresas: su dimensión. Efectivamente, más del 90 por ciento de las empresas granadinas son microempresas con menos de 10 trabajadores. Una circunstancia que condiciona el proyecto empresarial, en la medida en que este tipo de empresas encuentran serias dificultades a la hora de poder invertir en investigación, en tecnología, en capacitación profesional o en capitalización. 

Sin duda, la crisis actual debería servir de acicate para que nuestros empresarios dirigiesen sus esfuerzos hacia una mayor cooperación, a través de alianzas estratégicas que permitan impulsar proyectos de inversión y desarrollar bienes y servicios de mayor valor añadido. En definitiva, deberían abandonar la apatía y optar por el cambio empresarial que impulse la consecución de un nuevo modelo productivo dinámico, diversificado, competitivo, mejor dimensionado, comprometido con la sostenibilidad económica y medioambiental y con lo que debe ser hoy un objetivo compartido: la creación de empleo con derechos. 

 

* Manuela Martínez Jiménez es

 Secretaria General de 

UGT Granada

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