“La alimentación es cosa de todos, no solo de los agricultores sino de la sociedad en su totalidad”
El directivo relaciona el extraordinario aumento de costes que padecen los profesionales del sector primario junto a una merma productiva por cuestiones climáticas como la sequía, con el aumento del precio de hortalizas y frutas en los lineales de los supermercados

Los problemas que afectan a los agricultores granadinos así como a sus compañeros de profesión del resto del país, son de sobra conocidos: la falta de agua que padecen sus explotaciones, el disparatado incremento de todos sus costes, la cada vez mayor carencia de mano de obra… y un largo etcétera. Todo ello les ha llevado a una encrucijada en la que tratan de encontrar soluciones para poder seguir trabajando y haciendo rentables sus fincas. En esta labor juegan un papel muy destacado cooperativas como La Palma, cuyo esfuerzo trata de conjugar la rentabilidad de cada uno de sus socios con la puesta en los mercados nacionales y extranjeros, de productos de primerísima calidad. Su presidente, en la entrevista concedida a GRANADA ECONÓMICA, habla de todo ello. También del futuro del sector, de la necesidad de asegurar el abastecimiento humano así como de la conmemoración de los 50 primeros años de la empresa.

La gran preocupación de miles de agricultores granadinos en estos momentos es la sequía que padecen sus explotaciones. ¿Cómo afecta esta situación climática a las hortalizas que comercializa la cooperativa que usted preside?

En la Cooperativa La Palma tenemos dos zonas de producción. Prácticamente el 80% de la misma se genera en la Costa de Granada. Y el 20% restante se genera en la zona de la comarca de Zújar y en la comarca de los Ríos, a mil metros de altura. En ambas zonas está afectando el cambio climático de forma general. Todos recordamos que la situación de hace años era diferente. Yo veía de pequeño que la nieve caía durante meses y las precipitaciones eran de más litros por metro cuadrado que ahora. Las condiciones eran muy diferentes en este aspecto. ¿Qué está ocurriendo? Hay un hecho significativo que es la baja pluviometría que afecta a toda la zona en general. Hemos visto una sequía como nunca este año y ya en años anteriores. Aunque ha llovido en las últimas semanas, esta lluvia es insignificante para la recuperación de acuíferos y de pantanos. Ha ayudado, eso sí, a la arboleda, pero no es significativo. En el caso de nuestra cooperativa de la zona de la Costa, es privilegiada porque contamos con uno de los embalses más naturales y ricos: Sierra Nevada. Hoy tenemos agua embalsada, pero eso no significa que abandonemos la reivindicación histórica de la comarca. Nosotros, por ser prudentes, estamos cultivando por debajo de la cota de 200, pero podría haber una oportunidad mayor para generar riqueza y empleo en la Costa de Granada a través del cultivo en la cota 200 a 400. Hay dos tramos que se van a adjudicar, pero pedimos que llegue a más agricultores, a través de esas canalizaciones tan justas y necesarias para todos nosotros. En caso de la zona de los Ríos y de Zújar evidentemente hay una mayor preocupación porque en la mayoría de los casos el agua es de manantial o de extracciones. Por eso hasta hace poco no sabíamos ni siquiera si podíamos plantar. Ahora con las precipitaciones sabemos que podemos plantar, pero se abre una incógnita de cara al próximo año. Este cambio climático esta trayéndonos un clima muy variable. Los agricultores tenemos que jugar con esta variabilidad climática. Para nosotros este es el mayor reto.

¿Qué hacen en la cooperativa para afrontar la situación que describe?

Llevamos a cabo un exigente plan de gestión desde hace tiempo. Y quizá lo mas importante de este plan es que desde 2010 tenemos implementado un sistema de digitalización para tomar datos en tiempo real, que permiten al agricultor tomar decisiones en el momento. Y en esa implementación controlamos la huella hídrica, a través de nuestros sensores en finca. Para el 2025 nuestro reto es tener sensorizadas todas las explotaciones de riego para que los agricultores sepan cuáles son las necesidades y adapten esas necesidades al cultivo y a la planta. Para que no desperdiciemos ni una sola gota. Este plan y estrategia están orientados a contribuir a alcanzar el plan europeo ‘De la granja a la mesa’.

La merma de algunas cosechas y la subida de costes, ¿se compensan con el incremento de precios finales que paga el consumidor?

Nuestros costes de producción desde hace años se han incrementado por dos o tres. Evidentemente cuando hablamos de esa subida de precio de fertilizantes, semillas, mano de obra, que es escasa, a la que además sumamos una bajada de producción por las condiciones climáticas actuales, de forma necesaria tiene que haber una subida de precios para que la balanza sea positiva. Se ha conseguido compensar con el precio, pero en algunos cultivos ha sido insuficiente.

¿Podemos llegar, en momentos puntuales, a un cierto desabastecimiento de algunas hortalizas y frutas en los lineales de supermercados y tiendas?

No sé cuándo y espero que no, pero si se mantiene la presión actual sobre el agricultor y el ganadero, por lo que hemos hablado anteriormente, Europa a la larga, ojalá no ocurra, se quedará sin algo tan esencial, como se demostró en la época del Covid, como es la producción de alimentos. Al final para que nos llegue a la mesa el alimento debe haber una cadena agro-alimentaria sostenible. Esto significa fundamentalmente que el precio de producción más el margen que necesitan las familias productoras para vivir llegue a esa explotación. Hoy en día, por circunstancias que todos sabemos, los precios son muy volátiles, la inseguridad es máxima, plagas y enfermedades son acuciantes por el cambio climático y todo esto está generando que el relevo generacional no llegue y condicione las necesidades alimentarias de Europa. Ya se ha empezado a hablar de soberanía alimentaria. Si Europa no establece una estrategia sólida puede ocurrir, y pongo ejemplos recientes como la crisis sanitaria con el Covid, o la falta de producción de los chips para la industria automovilística o la crisis de las fuentes energéticas como está ocurriendo con la guerra Ucrania. Sí, puede ocurrir.

El desarrollo sostenible de la agricultura ¿es compatible con mejores rentas para los profesionales del sector?

Desde La Palma entendemos como empresa orientada a la sostenibilidad, con un plan activo enfocado a la  reducción de la huella hídrica y huella de carbono, con utilización de biomasa, utilización de insectos auxiliares, política de recogida de plásticos, que debemos trabajar en esta línea enfocados al respeto y cuidado del medioambiente, pero siempre sin perjudicar a la renta de los agricultores. En el momento que hay una merma en el agricultor, el consumidor debe ser consciente de que hay que pagar un poco más para que el agricultor pueda seguir cultivando de forma rentable y sostenible. Porque esto de la sostenibilidad no es responsabilidad de unos pocos sino de la sociedad.

En el ámbito agrícola de la provincia de Granada, ¿podemos hablar de comarcas ‘ricas’ como es el caso de la Costa Tropical y otras ‘pobres’ como Los Montes, con monocultivo de olivar?

Yo pienso, como presidente de una cooperativa que me ha permitido viajar y conocer muchos lugares del mundo, que tenemos una de las provincias más diversas en el sector primario con una ganadería, una agricultura y una pesca potentes. Evidentemente la Costa Tropical es privilegiada  por las condiciones climáticas, lo que le permite estar muy orientada al mercado internacional. Pero creo que las demás zonas también son ricas. Tenemos buen aceite, vino, almendra y en general de todo y de calidad. Somos afortunados. Pero quizá hay zonas que no tienen la ventaja del agua. Pero esto no es un problema de la provincia, es un  problema que trasciende a España ya que no ha habido un plan hidrológico general para abastecer a todas las zonas de un país eminentemente agrícola. Y es en lo que se debería trabajar desde las instituciones y el Gobierno para que todos tengamos las mismas oportunidades.

Éxito en Fruit Logística

La Palma estuvo una vez más presente en Fruit Logística de Berlín, donde recibió el premio a la innovación como ‘Mejor Tomate del Mundo’. ¿Cómo valora esta distinción? ¿Supone afianzar el plan estratégico de la cooperativa para ofrecer productos únicos?

En momentos complicados, esto es un ejemplo más de lo que es la innovación, el esfuerzo, la visión, el compromiso y la pasión. Es importante este reconocimiento a este tomate porque se desarrolla con una coparticipación entre un grupo de agricultores de Japón, a 12.000 kilómetros de aquí, y con un grupo de agricultores de La Palma en Motril. Y  juntos hemos conseguido desarrollar un proyecto de éxito, aquí en Andalucía. Pero también es importante a nivel de innovación porque aplicamos un modelo agronómico muy diferente de lo que se aplica generalmente en cualquier parte del mundo, que ha dado lugar a un tomate con un equilibrio organoléptico dulce-ácido, aromático, excepcional. Un tomate muy simple a la vista, pero sofisticado e irresistible en su interior. Este reconocimiento ha significado una proyección internacional que junto al Premio de Mejor Cooperativa de España 2021, ha impulsado la notoriedad de La Palma en el mercado, posicionando a Motril y a Granada como referente  en agroalimentación en el mundo entero.

Este 2023 está marcado para su compañía por la celebración de sus primeros 50 años de existencia. ¿Nos puede detallar cómo van a celebrar la efeméride?

Lo estamos celebrando diariamente con pasión, con ilusión y con nuevos proyectos con nuestros trabajadores, agricultores y clientes. Precisamente vamos a iniciar este mes unas jornadas muy especiales. Las primeras jornadas cooperativas bajo el lema  ‘La alimentación es cosa de todos’. En ellas vamos a reunirnos alrededor del compromiso con la alimentación, agricultores, nutricionistas, cocineros y la sociedad en general. Unas jornadas en las que contaremos con nuestro colaborador el chef Enrique Sánchez y con Miguel Almendros, médico nutricionista, que nos ayudarán a reconocer el valor de lo que cultivamos en la dieta mediterránea. En la alimentación saludable.

La Palma aglutina a 700 agricultores y a 1.200 trabajadores. ¿Qué esperan de este año en lo tocante a facturación y beneficios? ¿Qué parte de todo ello corresponderá a la exportación?

El ejercicio se cierra a fecha de 31 agosto. Esperamos estar rodando en torno a los 170 millones de euros de facturación. Nosotros entendemos, como cooperativa, que al agricultor debe llegarle el máximo beneficio cada día. Estimamos los beneficios entre 500 a 800 mil euros, como años anteriores. Pero eso no quiere decir que no tengamos una política activa de inversiones, para innovar en todos los procesos agronómicos, industriales y de mercado. A pesar de las preocupaciones que teníamos a principio de ejercicio, vamos a tener un balance positivo.

Al margen de la vertiente económica antes citada, ¿que objetivo se ha marcado La Palma para este 2023 en lo tocante a los productos que salen de sus almacenes? ¿Y para el futuro?

En nuestra empresa nos preocupamos mucho por el consumidor y por el entorno medio-ambiental. Hemos cumplido 50 años siendo un referente en productos frescos. Ahora nuestro objetivo en las próximas décadas es conseguir ser también un referente en una forma diferente de alimentar. Y hablo y me centro concretamente en el desperdicio alimentario, que nos preocupa mucho. Pepino, pimiento, tomate que sale del invernadero tiene el mismo coste energético, laboral, de semilla, de agua y de energía. Sin embargo, el consumidor no quiere el que tiene un pequeño defecto, a pesar de mantener las mismas y magníficas propiedades y sabor. Por eso tenemos que buscarle una aplicación saludable, digna y a un precio justo para el consumidor y rentable para el agricultor.

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