Aluvión de visitantes en los alojamientos de Granada pese a una inflación al 10%
Tan solo un 16% de quienes tenían previsto viajar han renunciado a sus vacaciones veraniegas, mientras que la mayoría las mantienen aunque reduzcan días de estancia y gasto en compras o comidas

La inflación, este temido indicador económico que registra un alza imparable de los precios en todo tipo de bienes y servicios, llegó a los dos dígitos -10,2%- en el pasado mes de junio, según los últimos datos adelantados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Este nivel en la subida del coste de la vida bate todas las previsiones más pesimistas del Gobierno de España y de los principales servicios de estudios económicos, pues supone la tasa más elevada desde 1985 y supera en 0,4 puntos porcentuales el anterior pico del 9,8% registrado en el pasado marzo. El dato anticipado por el INE deja claro que son los carburantes, los alimentos y las bebidas no alcohólicas la principal causa del repunte inflacionista. Pero no se quedan atrás los precios de hoteles, cafés y restaurantes, que siguen su propia escalada y de no frenarse pronto podrían llegar a los 3 euros la popular caña de cerveza.
Como también es posible que veamos este mismo dígito en el coste del litro de combustible para los automóviles. Salvo los ciudadanos que cuentan con muy elevadas rentas, una minoría, el resto de españoles ha podido comprobar cómo les afecta ya en sus economías domésticas. Y una de las primeras decisiones que han tenido que tomar en esta tesitura ha sido la de afrontar sus merecidas vacaciones estivales: cerca de la mitad -42,6%- han tenido que cambiar de planes, bien acortando días de estancia fuera de sus hogares o bien recortando gasto en comidas, excursiones, visitas turísticas…, según estudios como el panel elaborado por Sigma Dos por encargo del diario El Mundo. Incluso hay quienes han optado directamente -16,2%- por cancelar las vacaciones.
Pero lo que a estas alturas parece incuestionable es que quien puede permitirse disfrutar de la playa, hacer un viaje dentro o fuera de nuestras fronteras o pasar con amigos y familiares unas semanas de relax, al final lo ha hecho. Y a la vista está en la provincia de Granada: julio ha arrancado con las playas llenas, los hoteles a rebosar, e igualmente se puede decir de otros establecimientos relacionados con el sector, como son restaurantes, chiringuitos, tiendas de recuerdos. Conseguir una mesa para comer o una entrada para ver la Alhambra tan solo es posible si se ha hecho una reserva previa y con bastantes fechas de antelación. Los datos de ocupación de la planta hotelera de Granada con que cuenta la Federación de Empresas de Hostelería y Turismo (FEHT) no hacen sino confirmar todo lo anterior: En el arranque del mes de julio, la planta de alojamiento de la capital granadina se encontraba a 70% de ocupación; en la Costa Tropical, esta cifra escalaba al 85% y repuntaba rápidamente, por lo que las fuentes de la patronal vaticinaban que en la primera semana de julio se alcanzase ya el 90% o incluso algo más con reservas de última hora; por lo que respecta a las comarcas de turismo rural, sus hoteles tenían ya comprometidas un 85% de sus habitaciones disponibles. Todos estos datos fueron facilitados a GRANADA ECONÓMICA por fuentes de la propia organización empresarial granadina.

Si consideramos la cuestión desde un punto de vista estadístico, la última referencia a la hora de elaborar esta información es la Encuesta de Coyuntura Turística Hotelera publicada el pasado 23 de junio por el INE, con datos referidos al mes de mayo, que anticipaba lo que podemos comprobar en este arranque de los meses turísticos por excelencia, julio y agosto. Y no es otra cosa que el buen posicionamiento del sector turístico de cara al verano entonces en ciernes y en relación con los dos principales parámetros: viajeros alojados y pernoctaciones. Fueron, entonces, un total de 228.049 los visitantes que recalaron en la provincia granadina, que sumaron 450.402 pernoctaciones. Es decir, con estas cifras estábamos ya en ese momento muy cerca de los niveles prepandemia, puesto que en 2019 y en el mismo mes de referencia recalaron en Granada un total de 306.525 turistas. Tales cantidades no debemos compararlas en términos interanuales precisamente porque el año pasado, por esas mismas fechas, teníamos la influencia todavía presente del pánico al efecto del coronavirus, lo que hizo a muchos turistas aplazar sus viajes en esos momentos e incluso en el verano siguiente. Y por ello llegaron tan solo a Granada, en el citado mes de mayo, 70.865 turistas. Cuando pasen unos meses y el INE ofrezca datos ya cerrados del presente verano, quizá se pueda comprobar que por la provincia de Granada ha pasado un volumen de turistas muy similar -sería difícil que fuese superior, aunque no imposible- al que marcó ese año como récord turístico absoluto.

Gasto
La otra pata de la actual coyuntura turística veraniega en Granada es la del gasto. Es de sentido común que quien no ha renunciado a disfrutar de sus vacaciones ajuste el presupuesto destinado a las mismas por la sencilla razón de que todo está más caro: el precio de las habitaciones de hoteles y apartamentos turísticos, las comidas, el desplazamiento -bien sea en coche particular, en tren o en avión-, las compras, el precio de excursiones y visitas monumentales y hasta la adquisición de recuerdos de los lugares que se han visitado.

La escalada de precios a consecuencia de la inflación ha repercutido -y mucho- en las tarifas hoteleras. Estos establecimientos no han tenido más remedio que incrementar las mismas previamente a los meses estivales porque, a su vez, han tenido que hacer frente a un auténtico despropósito en sus facturas de electricidad, gas, materia prima para sus restaurantes, y todo un reguero de incrementos que afectan muy directamente a sus cuentas de resultados. El único dato disponible, con visos de verosimilitud, es el que aportaba de nuevo el INE en la mencionada Encuesta de Coyuntura Turística Hotelera: Los hoteles facturaron 95,3 euros de media por habitación ocupada y día durante el pasado mes de mayo, lo que supuso un aumento anual del 24,5%. Que no está nada mal a efectos del cliente alojado en los mismos. Es de suponer que esta cantidad, cuando se conozcan en el otoño próximo los datos de este organismo estadístico referidos a los meses de julio y agosto, será sensiblemente mayor. Huelga decir que en función de la categoría del establecimiento hotelero, de su ubicación, de los servicios que presta al cliente y de un sinfín de cuestiones más, las tarifas pueden variar ostensiblemente. También influye en las mismas, y mucho, si el alojamiento entra dentro de un paquete turístico mucho más amplio, pues en su contratación los grandes touroperadores incluyen también viajes, excursiones, visitas monumentales y un largo etcétera.

Por lo que a los apartamentos turísticos se refiere, la subida también es destacable aunque sin duda más moderada que la de los hoteles . Portales de alquiler tan conocidos como Airbnb, uno de los más utilizados en la provincia de Granada por quienes recalan en la misma procedentes de otras zonas de España o del extranjero, reflejan un incremento de precios en una horquilla que fluctúa entre un 10 y un 15%. Es decir, se puede contratar un pequeño apartamento para dos personas a unos 80 o 90 euros por jornada o un bonito carmen en el Albaicín, con capacidad para seis u ocho personas, por algo más de 200 euros la noche. Eso sí, comisiones aparte que hay que pagar al proveedor de estos servicios por parte del cliente. Se trata de alojamientos regulados por la Junta de Andalucía y con su correspondiente licencia, que acredita una serie de servicios que es obligatorio que tengan, como el de aire acondicionado en sus dependencias. Dentro de este mismo apartado figuran los alquileres vacacionales en la Costa Tropical, aunque muchos de ellos no aparecen en las páginas de portales como Airbnb, Booking o Vrbo, sencillamente porque sus propietarios los alquilan directamente o a través firmas inmobiliarias con implantación en la zona. Aquí se nota un ligero incremento en el precio de los alojamientos: se puede contratar, en primera línea de playa, un apartamento con dos o tres dormitorios entre 1.000 y 1.500 euros. O entre 4.000 y 4.500 euros en el caso de que sea para todo el mes completo de julio y, especialmente, de agosto. Los incrementos en este caso oscilan entre un 7 y un 10% con respecto al pasado verano y el coste está influido también por la localidad donde se ubique el inmueble, siendo la zona más cara la de Playa Granada, en el término de Motril, a tenor de las informaciones recabadas en distintas empresas inmobiliarias que gestionan este tipo de producto.

Mención aparte de todo lo anterior se halla todo lo relacionado con el incremento de coste de los vehículos particulares con que millones de personas se desplazan en España para acudir a sus puntos vacacionales. Con precio del gasóleo y la gasolina de 95 octanos por encima de los 2 euros por litro, lo cierto es que llenar un tanque de un coche de gama media cuya capacidad se encuentra en unos 55 litros, representa una factura superior a los 100 euros. Hace tan solo un año, la misma representaba prácticamente la mitad o poco más. La única y no pequeña ventaja que representa el uso del automóvil particular frente a competidores como son el autobús, el tren o el avión, se encuentra en que al dividir entre cinco personas el coste del desplazamiento todavía sale más a cuenta que pagar otras tantas plazas en los referidos medios de transporte público. Por ello, la pasada ‘operación salida’ llenó las carreteras de la red provincial granadina, como de la totalidad del país, de miles de vehículos con destino a los puntos de descanso vacacional de sus usuarios. Dentro de este capítulo también merece la pena mencionar el encarecimiento del alquiler de los coches. Los últimos datos hechos públicos asimismo por el INE, reflejan un 18,4% con respecto al pasado año. Una cifra muy en la línea de todas las anteriores y que trasluce lo que es un hecho: Granada vuelve a ser un destino veraniego de primer orden a nivel nacional, pero quienes disfruten de sus ciudades, playas y monumentos tendrán que pagar al menos un 20% más por los servicios que hace tan sólo un año.

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