Las obras del Corredor Mediterráneo habrán de esperar al menos hasta 2026
El Gobierno de España deja claro que prioriza la unión entre Almería y Murcia y relega, al menos durante un lustro, la que unirá Algeciras con la capital almeriense a través de la provincia granadina

El Corredor Ferroviario del Mediterráneo es una gran infraestructura que unirá la ciudad de Algeciras con las más próximas a la frontera francesa, como son las de Portbou y Perpignan. Como su propio nombre indica, las vías por las que en un futuro circularán trenes de transporte de mercancías y de viajeros, discurren en paralelo a la costa y conectarán no sólo importantes núcleos de población de diferentes provincias españolas, sino que permitirán que numerosas empresas utilicen este tipo de transporte -más eficiente, económico y ecológico que el marítimo o el que utiliza las carreteras- para aumentar su negocio. Consecuencia inmediata, crecerá el Producto Interior Bruto (PIB) de esas zonas atravesadas por las vías mencionadas, aumentará el empleo y surgirán oportunidades para nuevos negocios. Por no citar la ventaja que tendrán -ya tienen, de hecho- muchos ciudadanos a la hora de desplazarse en alta velocidad.

Pero el Corredor Ferroviario del Mediterráneo no solo es una compleja red de transporte de mercancías y viajeros que termina en Francia. Muy por el contrario está unida a una ‘autopista de hierro’ transeuropea que conforma un entramado de 3.500 kilómetros y discurre a través de cinco países, como son la propia España, Francia, Italia, Esolovenia, Croacia y Hungría, donde termina o comienza, según como se contemple. De ahí la importancia que tiene para nuestro país. Pero también para el resto del club que conforma la Unión Europea, donde se ha considerado fundamental para el desarrollo del viejo continente el contar con nueve grandes corredores, de los que forma parte este que bordea al Mediterráneo, a los Alpes, al Adriático y se interna en el corazón de Europa. En definitiva, se trata de una infraestructura esencial no sólo para España sino para el resto de los países mencionados.

Las grandes obras que se han acometido en el Corredor Ferroviario del Mediterráneo ya han marcado la huella del mismo al menos en las dos terceras partes del trazado. Tramos en ancho internacional, otros en ancho ibérico -incompatible con el resto de la red europea- y otros denominados de tercer hilo o carril, que permiten el paso de trenes con diferentes distancias entre sus ejes, configuran ya toda esa parte de esta vasta infraestructura. Pero queda un escollo a solventar: el trazado se interrumpe en la provincia de Granada. De un lado, porque entre las ciudades de Almería y Málaga no existe ningún tipo de infraestructura ferroviaria, por lo que a priori descarta una gran inversión y un plazo de tiempo demasiado largo como para que la asuma el Gobierno de la nación. Y ello pese a que el gran beneficiado de un hipotético tramo en paralelo al litoral sería el puerto de Motril y todas las empresas granadinas que exportan productos hortícolas hoy día por carretera. De otro, porque el tramo actual en servicio entre Almería y Granada a través de Moreda cuenta con ancho ibérico, es ciertamente tortuoso en algunos de sus kilómetros, dispone de una única vía y no está electrificado. El tapón de la botella del Corredor Mediterráneo se encuentra, por tanto, en la provincia granadina.

Futuro

La culminación del Corredor Ferroviario del Mediterráneo exige, por todo lo explicado anteriormente, una solución al ‘problema granadino’. Lo reclama la propia Comisión Europea, lo defienden asociaciones ciudadanas, organizaciones empresariales e incluso algunas administraciones locales -como son la Diputación Provincial o el Ayuntamienato de Granada- y lo que es más importante, resulta imprescindible si no se quiere dejar aislada por tren a media Andalucía y sin comunicación a uno de los principales puertos de Europa, como es el de Algeciras. El problema no es nuevo. De hecho descorchar este ‘tapón ferroviario’ ha figurado en los planes de diferentes gobiernos de la nación al menos en las dos últimas décadas. Un estudio al respecto, que ya está desfasado, es del año 2009 y la mismísima Comisión Europea ya lo contemplaba en un documento fechado en 2013. Es decir, ha pasado tiempo más que suficiente para que se hubiera acometido la ejecución de esta parte del Corredor Ferroviario del Mediterráneo sin que se haya hecho absolutamente nada.

La cuestión, obviamente, no es de fácil solución. Aunque se descartara un trazado de nueva ejecución por el litoral, por las razones antes explicitadas y que no tendría motivación fuera de la económica, acometer las obras por el interior también exige no solo solventar una ingente tarea de ingeniería, al tener que contar el trazado con una plataforma con dos vías de ancho internacional, que permitiera circular trenes en ambos sentidos, sino también un desembolso más que considerable por la orografía del terreno y por la antigüedad de la infraestructura férrea actual.

Mientras tanto

Llegados a este punto, cabe plantearse que va a pasar. Algunas incógnitas se han desvelado ya, dando titular a este reportaje. El pasado 10 de noviembre, el Gobierno de España anunciaba que el Corredor Ferroviario del Mediterráneo estará concluido en el tramo que conecta Murcia con Almería en 2026. ¿Y Granada? Pues sencillamente, se deja para más adelante. La ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez Jiménez, fue la encargada de echar ese jarro de agua fría a las expectativas que tenía Granada de que los proyectos y las obras consiguientes se pusieran en marcha gracias a los Fondos Next Generation que han de llegar a nuestro país a partir de este año 2022 que ya tenemos encima. Pero desde luego que no será así y a esta provincia le tocará esperar un buen número de años más para contar con esta infraestructura. Siempre teniendo en cuenta de que el Gobierno pueda contar, para financiar la misma, con otros remanentes como es el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), un instrumento financiero destinado a contribuir a la corrección de los principales desequilibrios regionales dentro de la UE. Algo que, por supuesto, no es seguro.

Lo que parece claro es que el Gobierno no puede quedarse de brazos cruzados hasta 2026. No porque la UE apremia y no va a consentir que el Corredor Ferroviario del Mediterráneo esté paralizado en el tramo granadino hasta esa fecha. Por ello ha decidido que mientras se termina la conexión murciano-almeriense, hay que avanzar. De este modo, contempla la elaboración del estudio de funcionalidad del tramo granadino, algo así como los primeros trabajos técnicos de carácter preliminar. Es decir, hace borrón y cuenta nueva de otros elaborados hace diez años y que al parecer ya no sirven. Formalmente, se asegura desde el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, que los citados documentos con fecha en 2010, no cumplen con los criterios de seguridad ni tampoco con la directiva ambiental ahora vigente. Posteriormente, cuando estén redactados estos trabajos técnicos preliminares, vendrán el estudio informativo y la convocatoria de los proyectos técnicos que definan ya las obras que se acometerán así como las características de las mismas. A partir de ahí, todo el complejo y proceloso sistema de tramitación, exposición pública, selección y adjudicación de obras a las diferentes empresas que ganen los concursos. Ciertamente, habrán de pasar unos cuantos años para que sea colocada la primera traviesa de esta infraestructura. ¿Cuántos? Nadie lo sabe.

El Ejecutivo de España argumenta una razón para dilatar en el tiempo la solución al ‘tapón’ granadino del Corredor Ferroviario del Mediterráneo que tiene sentido y peso específico: no quiere que se repita la situación vivida en Granada con motivo de las obras del Corredor de Alta Velocidad entre la capital y la ciudad de Antequera, que dejaron sin trenes de todo tipo a esta provincia durante un periodo de nada menos que 40 meses. Un asunto este que provocó no pocas quejas de colectivos de ambas provincias, que con toda la razón exigían que volviesen a circular los trenes de pasajeros desde Almería a Antequera con su paso por Granada.

Antecedentes

La situación actual de frenazo del Corredor Ferroviario del Mediterráneo en su tramo que ha de discurrir por la provincia de Granada no es casual. Mientras otras provincias levantinas y catalanas avanzaban hace ya un buen número de años en la definición y ejecución de las obras del mismo, en Granada batallábamos unos contra otros. De ahí que en 2001 el PP rechazara en el Congreso de los Diputados una proposición del PSOE para que se estudiase la conversión de la línea Granada-Moreda-Almería a ancho internacional. Si se hubiera llevado a cabo esta transformación en estas dos décadas transcurridas, a buen seguro que el dilema que hoy se plantea tendría otro cariz, pues la  apuesta hubiera sido hoy la de desdoblar la línea y no tener que añadir la renovación de la ya existente. Desde entonces, la batalla política no ha hecho sino recrudecerse ante el asombro de ciudadanos y organizaciones sociales de todo tipo, que ven como pasan los años y Granada también pierde este tren de futuro. En el mejor de los casos, como se engancha al mismo con años, decenios, de retraso con respecto a otras provincias del territorio nacional. Ocurrió con las autovías, que llegaron hasta con 30 años de retraso con las que estaban operativas en otras comunidades autónomas y todo apunta a que ocurrirá igual con esta gran infraestructura férrea.

Así las cosas, el estudio informativo de 2009 antes mencionado ha quedado convertido en papel mojado gracias a las desavenencias de unos partidos con otros y es preciso poner en marcha otro que le sustituya. Cuestiones técnicas, como el gran número de puentes y otras, fueron el argumento formal para que ya en 2017 se considerase inasumible definitivamentre y acabara en la papelera. Lo cierto es que esos 180 kilómetros que unen -o separan, según se considere- a las ciudades de Almería y Granada por ferrocarril siguen hoy como entonces: a la espera de una transformación total que haga que sean homologables a las exigencias de la UE y por tanto, puedan tener las características técnicas exigibles a todo el Corredor Ferroviario del Mediterráneo. La certeza de que la Comisión Europea presionará para que este pequeño tramo de toda esa gran infraestructura que comunicará por tren la ciudad de Algeciras con la húngara de Zahony, avala que las obras finalmente se diseñen, propongan y ejecuten por más que la disputa política siga adelante. La cuestión ya es conocer cuántos años, a partir de 2026, tardará Granada en contar con estas vías por las que circulen trenes de alta velocidad y de mercancías. Puede que pase una década o más tiempo aún para ver concluidas las mismas.

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