¿Perderemos nuevamente el tren?
Antonio Arredondo García. Profesor de Administración Finanzas

Ese fantástico tren, donde los viajeros viajan de forma confortable y rápido, disponiendo de un bonito restaurante, sin duda, debe tener algún vagón feo donde se esconda la maquinaria, el almacén o, incluso, los residuos; diría que cuanto más bonito es lo que se ve, más feo debe ser lo que no se ve.

Hago esta metáfora para explicar la función que se le ha asignado a algunas comarcas granadinas, dónde se han programado la construcción de grandes infraestructuras de energías renovables; en concreto, en el altiplano, se ha aprobado la construcción de una línea de alta tensión de 400 kv, de doble circuito y una longitud de 122 km y, al parecer, hay programado un conglomerado de 7 proyectos eólicos, así como una planta solar fotovoltaica; también, se prevén inversiones de este tipo en las sierras de Albuñuelas y los Guájares, así como en las sierras de Víznar. Esto, sin duda, tendrá una influencia relevante para los habitantes de estas comarcas y, sospecho, que no para bien. Son obras necesarias para España pero dudo que lo sean para estas comarcas y, por supuesto no son inversiones reivindicadas por la mayoría de sus ciudadanos. Paradójicamente están más reivindicadas por algunos representantes políticos que por los ciudadanos a los que representan.

No dudo que España debe acometer una transición energética hacia energías menos contaminantes y renovables y esto, por compromiso con las generaciones venideras, por imperativo legal (reducción de emisiones), así como por estrategia económica para tratar de disminuir la dependencia energética de nuestro país. Pero en este viaje hacia la modernidad energética, se necesita un vagón feo que contenga la sala de máquinas y parece que ese es el papel que les han asignado a las comarcas granadinas.

Nuestras comarcas se quedaron fuera de la industrialización y eso hizo que muchas familias tuvieran que emigrar en la segunda mitad del siglo 20. Esta desgracia económica tuvo un efecto positivo y es que quedaron muchas tierras disponibles para la agricultura, además de conservar territorios genuinos tanto desde el punto de vista paisajístico como cultural que hoy en día es un atractivo para actividades como el turismo rural. Pues bien, todo esto, se pretende revertir ahora. Siguiendo con el símil ferroviario es como si nuestro vagón fuera el último cuando se hablaba de industrialización y ahora, que ha perdido vigor ese motor económico y florecen otras actividades y que ‘el tren’ tiene que cambiar el sentido, quieren coger nuestro vagón nuevamente y volver a colocarlo el último.

Por cierto, ya que estamos hablando de trenes, lo que sí necesitan comarcas como la del Altiplano es que vuelva el tren que alguien desmanteló hace casi 40 años. Esto sí representa el interés de la comarca y es una reivindicación unánime.

Nuestro deseo es no perder nuevamente el tren y, a ser posible, subirnos en el mismo vagón que se suban lo demás, no en el vagón de la sala de máquinas.

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