El entierro del pequeño comercio

Al analizar la situación del pequeño comercio en Granada parto siempre de una premisa que considero imprescindible para lograr una visión ajustada de lo que está ocurriendo: las políticas públicas de las últimas décadas han sido un éxito. ¿Sorprendente? No, no lo es. Dichas políticas pretendían la acumulación de la riqueza en unas pocas manos de grandes propietarios inmobiliarios y de franquicias. Lo han logrado. Dichas políticas pretendían la conversión de nuestra ciudad en un referente del turismo y la hostelería más económica y también se ha logrado. Sólo así podemos comprender por qué se han autorizado los grandes centros comerciales, culminados con la construcción del Nevada, que, obviamente, iban a funcionar como una gran aspiradora de ventas. Y las ventas no son infinitas: si hay doscientas tiendas más en un campo de Armilla, esas tiendas, esos clientes, ya no están en Puentezuelas ni en Mesones. 

El Nevada es un éxito, felicitemos a los políticos que promovieron que las ventas y los clientes granadinos se fueran a Armilla. Además, van en Metro y tienen una parada que los deja en la puerta. Desde mi librería de la Calle Gracia he visto como el centro de Granada -ese conjunto de calles entre la Plaza de Gracia y Gran Vía, entre San Juan de Dios y Alhamar-, al que se “iba de compras” desaparecía como tal. Hace no tantos años había un tipo de clientela que paseaba con bolsas por la calle, se paraba en el escaparate, y, ¡oh dioses!, entraba a comprar. Y desapareció porque esa clientela fue amablemente invitada a salir del centro e ir a otro sitio. Un éxito. Sin duda.

Si alguna vez existiera un político granadino con interés en cambiar el modelo de ciudad, con interés en que las tiendas llenaran los cientos de locales vacíos que han dejado las diversas crisis y la última pandemia, yo le pediría dos cosas (pero sobre todo una): que copiara y que estudiara. Pero sobre todo que copiara. Antes que inventar milagros peligrosos, viaje y copie, vaya a Pontevedra, a Vitoria o a la ciudad que crea que tiene un modelo amable con la ciudadanía, sostenible con el medio ambiente y en el que las pequeñas tiendas hayan sobrevivido y ganado dinero y clientela en los últimos años. Estudie qué medidas han implantado y por qué las han tomado. No invente ni quiera ser brillante. Sea sensato, estudie y luego copie.

El pequeño comercio de nuestra ciudad, el que queda, tiene -tenemos- que hacer autocrítica e idear cómo sobrevivir. Los tiempos están cambiando más rápido que nunca y muchos de nosotros dejaremos de ser necesarios o haremos otro trabajo. Veamos cómo hacerlo y cómo diferenciarnos de un algoritmo y, a la vez, rechazar que hay un desafío digital en 2021, ese desafío ocurrió veinte años atrás y debería estar más que superado. Tenemos una exitosa ciudad de turistas -cuando vuelvan-, despedidas de soltero y macro centros comerciales con un centro histórico lleno de pisos turísticos. Ese es el campo de juego y desde ahí tenemos que partir. Quizás tener claro qué está sucediendo nos sirva para sobrevivir o, al menos, para morir con honor.

Javier Ruiz Ruiz

Propietario Librería Praga

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