En defensa del olivar tradicional granadino
Mauricio Campaña Ingeniero Agrónomo - Director Santa Ana de Salar SCA

En buena parte de nuestra provincia, el sistema tradicional no es una elección para nuestros olivares, sino una imposición estructural. La dificultosa orografía del terreno, el tamaño medio de la explotación, la no disponibilidad de agua de riego, la falta de recursos para realizar fuertes inversiones, la dudosa rentabilidad de otro tipo de sistemas en determinados terrenos… A veces, lo más que se puede hacer, es modernizar y mecanizar, pero no intensificar.

En un sistema como el tradicional, tan expuesto a costes de producción, el sistema de precios es determinante. A veces es sorprendente como, en cuestión de semanas, el mercado del aceite de oliva da un vuelco y una tendencia revierte de manera radical, al alza en este momento. Pero apenas nada ha cambiado para el olivar tradicional granadino en este periodo. Tan solo las producciones presentes y las expectativas futuras están sirviendo de motor de cambio, algo recurrente en el mercado. Nuestro país permite y permitirá abiertamente un sistema de precios bajos que favorece solo a una franja estrecha de los eslabones de la cadena porque la comercialización de la mayor parte de la producción (hasta un 85%) recae en tan solo media docena de operadores. Aunque parece que el mercado norteamericano vuelve a la normalidad, la crisis del COVID extiende su sombra en una economía resentida y tocada a nivel mundial. Se avecina una reforma de la PAC que nos tiene en tensión y en la que mucho nos jugamos. Pero de momento todo sigue igual.

Las nuevas plantaciones con diseño intensivo y superintensivo ocupan zonas que hasta ahora no formaban parte de la geografía del cultivo del olivo. Aparecen fondos de inversión y otros capitales, plantean sistemas de altos imputs pero bajos costes unitarios, de modo que se adaptan a casi cualquier situación de precios. Su guerra no es la nuestra. No se trata de oponerse a mejoras productivas ni de verlos como enemigos. Lo que se plantea es si suponen un beneficio agronómico, económico, social y ambiental para la zona donde producen. Y en ese sentido el sistema tradicional es mucho más cercano a nuestros pueblos y nuestras gentes que el superintensivo.

Ante esta situación, el olivar tradicional debe basarse en sus puntos fuertes. Es un sistema que tiene capacidad contrastada de repartir trabajo y beneficio en el territorio en el que se asienta, fijando la población. Qué decir de la sostenibilidad agronómica y ambiental del olivar tradicional, la cercanía y facilidad de aplicación de técnicas respetuosas como la producción ecológica o la integrada, que pueden formar parte de la diferenciación de los aceites como base de la adición del valor añadido a la producción final. El legado ancestral de nuestros aceites, en combinación con el ímpetu emprendedor de quien busca mejorar siempre, con iniciativas que traten de revalorizar la producción sin perder los orígenes. La calidad de nuestros óleos como seña de identidad irrenunciable. Los indudables beneficios para la salud derivados del consumo de los excelentes virgen extra y su estrecha relaciónn con la dieta mediterránea y la cultura culinaria de nuestros pueblos todo encadenado de manera prodigiosa y perfecta. En definitiva, la vinculación estrecha entre la vida de todas las personas que formamos parte del territorio del granadino y el olivar que nos rodea. Nos queda mucha  tela que cortar.      

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