El justo reconocimiento del empresario

En estos días, donde da la sensación de que el respeto y la defensa de los valores democráticos son cuestionados con excesiva permisividad, es de justicia exponer la necesidad de acercar la empresa a la sociedad en general y a las instituciones.

Y deseo desde estas líneas hacer un alegato en pro de la figura del empresario, muchas veces mal entendido y en ocasiones poco reconocido.

“Muchos miran al empresario como el lobo que hay que abatir; otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar y muy pocos lo miran como al caballo que tira del carro”. (Winston Churchill)

Cientos de empresarios y autónomos se esfuerzan a diario convencidos de su obligación de contribuir a la grandeza de la sociedad, y con su tenacidad y sacrificio son capaces de enormes logros y éxitos, porque hoy en día sigue siendo un gran éxito para la empresas, la mayoría pequeñas, abrir las puertas cada mañana, consolidar las plantillas y generar y redistribuir riqueza, económica y social.

No hay empresa sin empresarios, como tampoco hay empresa sin empleados. Porque trabajadores somos todos. Y así, aunando voluntades y trabajo, las empresas son cada día más fuertes.

El empresario, persona, y por tanto, imperfecto, destina más tiempo a su empresa que a su familia o amigos. Comparte desvelos y sinsabores con sus empleados. Hace suyos compromisos de terceros cuando podría dejarlos pasar de largo. Asume riesgos a diario. Se levanta, se cae, fracasa, y de nuevo arriba.

Y el camino empresarial no lo hace solo, cuenta con la ayuda del equipo humano que le acompaña en su día a día.

Un empresario no se jubila nunca, porque una mente inquieta no para de imaginar, unas manos útiles no dejan de producir, el olfato de los negocios no se pierde, ni por supuesto la ilusión y las ganas de afrontar nuevos retos.

La empresa, entendida como motor del desarrollo social, necesita un marco legislativo justo, que no permita la competencia desleal. Sobran normas y falta sentido de la realidad. La armonización legislativa es imprescindible para competir en igualdad de condiciones y dejar la decisión final en manos de los consumidores.

Seguimos en nuestra provincia con graves problemas estructurales. Las organizaciones empresariales son los mejores aliados, siempre dispuestos para debatir y discrepar, desde el respeto y la lealtad, para intentar alcanzar acuerdos.

El horizonte, si bien ilusionante, no despeja la incertidumbre que se cierne sobre nuestra economía. Y el escenario debe ser de certeza para que los empresarios podamos realizar nuestra labor: Generar Empleo y Redistribuir la Riqueza.

Apostemos por las empresas. Aplaudamos e incentivemos el talento, la innovación, la ilusión, el sacrificio, el esfuerzo, el trabajo y la constancia de miles de empresarios que mantienen firme y saludable nuestro ecosistema social.

Trinitario Betoret

Empresario     

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