Un casino para Granada
Domingo Funes Arjona, Abogado. Coordinador de Opinión de Granada Económica

Apostar es uno de los entretenimientos más antiguos de la humanidad, vinculándose inicialmente el resultado al capricho de los dioses. Tenemos que remontarnos 2.300 a. C. en China para encontrar las primeras apuestas documentadas, donde los indicios apuntan a que mediante el azar se llegaba a fijar incluso el destino de algunos territorios. Ya en la Grecia clásica aparecieron las apuestas deportivas al socaire del gusto de los griegos por la competición y el deporte. Más tarde, en Roma, además de las haciendas, a menudo se apostaba la propia libertad individual. Pero fue en el Renacimiento cuando se sientan las bases, con descubrimientos de conceptos como el de probabilidad, de la gestión moderna del riesgo. En definitiva, con esta sucinta introducción histórica, solo se quiere poner de manifiesto el gusto del hombre por el azar, por tentar la fortuna, desde el mismo momento en que aparecen las más primitivas formas de civilización, desde la misma noche de los tiempos.

Evidentemente, tanto el señor feudal chino que perdía un territorio a los dados, como el romano que perdía su libertad y abrazaba por mor del juego la servidumbre del esclavo, son ejemplos claros del riesgo y las consecuencias que puede tener un ‘all in’ en cualquier juego de azar, concebido en la modernidad, como es natural, para que el promotor obtenga con cada apuesta un pequeño beneficio cierto a cambio de que el jugador aspire a un gran beneficio posible.

En la actualidad, los casinos, como el que pronto tendrá Granada, son, además de templos del azar y cuya existencia, gracias al cine, está rodeada de un cierto halo glamuroso, hitos turísticos de primer nivel capaces de atraer a visitantes de alto poder adquisitivo y de generar así riqueza y empleo estable y de calidad. El casino se convierte, por sí mismo, en un reclamo turístico más. Un reclamo especialmente complementario con el turismo de congresos y otros segmentos cercanos, como el de compras, gofl o negocios. No hay destino turístico moderno occidental que no cuente con establecimientos de este tipo y Granada, como destino de primer nivel, no puede ser una excepción. Así que, señoras y señores, con la siempre recomendable moderación, ¡¡hagan juego!!

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