El gasóleo puede ser tan ‘limpio’ como el gas, tanto ahora como en el futuro

Desde hace ya unos años, se está impulsando el ahorro y la eficiencia energética, desde todos los estamentos públicos. Hoy en día, según estimaciones de la Unión Europea, los edificios son responsables del 60% del consumo energético, lo que está impulsando que la normativa europea sea cada vez es más restrictiva con las emisiones y se esté proponiendo reducir un 30%  el consumo de Energía en los edificios.

El ahorro energético de los edificios y hogares, se puede conseguir de diversas maneras, mejoras en el aislamiento térmico, repartidores de costes, etc… si bien, una de las que más se oyen es la sustitución de la caldera antigua por una más eficiente, y si esta es de condensación, mejor.

En general, cuando se habla de eficiencia, calderas de condensación y energía limpia, se nos viene a la mente el Gas Natural, ya que desde hace años nos están bombardeando desde asociaciones e instituciones con la idea de que el Gas Natural es una energía limpia frente a otras alternativas energéticas, si bien, estos atributos son igualmente válidos para los Gasóleos de Calefacción desulfurados aplicados a las Calderas de condensación de última generación, en donde se consiguen:

Ahorros en el consumo, al aplicar tecnología de condensación. 

Altos rendimientos por el aprovechamiento del calor en la condensación, llama azul, modulación…

Menores emisiones de NOx, SOx, CO y partículas.

Reducciones en las emisiones de CO2 asociada a la mayor eficiencia de los equipos.

Mejora de riesgo de las instalaciones, y por ende, la seguridad de las personas.

La aplicación de la tecnología sobre el combustible (ya sea Gas o líquido) genera las eficiencias y mejora las emisiones. Cuando comparamos una caldera de hace 25 años o más con una caldera de última generación (independientemente del combustible de ambas)  se generan unas eficiencias y mejoras en el rendimiento del 30% al 60%, en función del estado de la caldera antigua. Estos rendimientos y mejoras  no son atribuibles al combustible, que por supuesto tiene que ser de calidad, sino a los avances tecnológicos y la aplicación de la tecnología en las calderas. 

Una de las medidas con mayor impacto real en la mejora de la calidad del aire y de eficiencia energética, es la renovación del parque de calderas en las Comunidades de Propietarios. Cualquier medida o programa para fomentar dicha renovación, debería regirse por el principio de neutralidad tecnológica favoreciendo que los usuarios puedan elegir aquella alternativa que mejor cubra sus necesidades.

Como se puede deducir, y más allá de los atributos sobre eficiencia, consumo y/o emisiones, los cuales son similares para ambos combustibles siempre y cuando se aplique tecnologías homologas, uno de los factores claves para convertir esas eficiencias en ahorro económico, es el coste de los equipos, la transformación del cuarto de calderas y la evolución de los precios de las diferentes materias primas.

En general, es relativamente sencillo para una comunidad de propietarios o administrador de Fincas obtener una estimación del coste de la caldera (normalmente algo más económica en el caso del Gas) y de la transformación del cuarto de calderas a los requerimientos de seguridad del Gas, ya que cualquier instalador con experiencia puede ofrecer un presupuesto completo. La dificultad se presenta cuando se comparan los costes que se generan por las diferentes alternativas en el consumo futuro, ya que ambas están sujetas a una incertidumbre en el precio. 

La realidad es que una vez se obtienen los ahorros en el consumo de combustible (gas o líquido), costes de la caldera, mantenimiento, costes fijos de conexión a la red (en caso del gas), reforma del cuarto de caldera, permisos administrativos, etc… cuando queremos realizar la comparativa, todo queda condicionado al precio futuro de la energía, y sobre esto no existe bola de cristal.

Tradicionalmente, los gasóleos (líquidos) han sido más caros que el gas natural, si bien, desde hace ya un par de años estos se han situado por debajo, y parece que estos precios han venido para quedarse. Se pueden obtener estimaciones en favor de una u otra alternativa energética, pero la realidad es que nadie sabe cómo evolucionarán estos precios en los próximos 20 años. Por este motivo, se elija el sistema que se elija para su valoración, una alternativa es que no evolucionen de manera diferente, ni que difieran mucho de los actuales, ya que se distorsionaría el modelo y por tanto el resultado final.

Otro de los aspectos a destacar, y que van en línea con el impulso de la Unión Europea en la reducción del consumo energético, es la generación de energía renovable. El uso de gasoil como complemento energético a la generación propia de energía renovable, es idóneo ya que no requiere de costes de conexión a la red, que encarecen excesivamente el coste por unidad consumida de Gas cuando los consumos disminuyen. Las calderas a Gasoil están disponibles igualmente en el mercado, con unas prestaciones similares al Gas Natural como complemento a las alternativas renovables.

Podemos concluir con la idea que una de las mejores alternativas de ahorro energético es:

La renovación del parque de calderas ineficiente por calderas de última generación  (gasóleo o gas natural).

Las calderas de Gasoil actuales son tan eficientes como sus alternativas a Gas Natural.

Antes de sustituir la caldera, se recomienda realizar una comparativa entre las diferentes alternativas energéticas, más allá de las preferencias específicas de la comunidad.

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