La internacionalización de las constructoras andaluzas… ¿problema o solución?

En plena crisis sectorial, motivado por el espíritu emprendedor en algunos casos y de supervivencia en otros,  y alentados por un FALSO apoyo institucional y financiero, muchas han sido las constructoras andaluzas que han visto el mercado exterior como una “oportunidad de la crisis” o una “solución a sus problemas”.

Sin duda, los que se enmarcan en el primer grupo han tenido más fortuna que los del segundo. Ya que más allá de ser una solución rápida y barata, la experiencia demuestra que suele ser cara y lenta.

Afortunadamente contamos en Andalucía con varios ejemplos que, adaptándose a los tiempos, cimientan su actividad y crecimiento en la producción fuera de las fronteras nacionales, siendo casi anecdótico la existencia de constructoras en esta comunidad con ratios de crecimiento en volumen de actividad y cartera que se dediquen en exclusiva a trabajar en Andalucía.

Sin duda, el llamado Plan de Internacionalización de la Empresa Andaluza tiene más sombras que luces, pero mi padre me enseñó a “dedicarle al problema solo un minuto y a la solución todo el tiempo del mundo”. Siguiendo su consejo, creo más interesante expresar una humilde opinión, basada en la experiencia de cómo se debe afrontar la decisión de diversificar mercados.

Cuatro son las cuestiones básicas que se deben plantear previas a la toma de la decisión: 

1.- ¿Puedo? La primera cuestión es sin duda la más importante,  y causante de la mayoría de los fracasos. El período medio para la consecución de un contrato ronda de dos a tres años, por tanto hay que disponer de la caja necesaria para soportar como mínimo esta etapa, sin caer en la creencia de que existen medidas de apoyo o subvenciones para facilitar la misma.

2.- ¿Dónde? La elección del lugar es sin duda la decisión más compleja, requiere un riguroso análisis del país objetivo, así como de las características y capacidad interna de la compañía. 

Como prioridad, para tener cabida es esencial encontrar activos diferenciadores propios que complementen a constructoras locales o sean valorados en el mercado objetivo, tales como certificados de experiencia, ratios de solvencia, personal cualificado, maquinaria… Estos serán la principal fortaleza de la empresa y la garantía de permanencia de las relaciones comerciales.

3.- ¿Cómo? De qué forma es una decisión muy personal, pero nunca recomendaría desarrollar un proyecto en un lugar desconocido, sin colaborar con un socio local mediante una alianza por adicción y con visión de futuro. Los buenos socios locales son uno de los principales activos que adquiere una empresa en la internacionalización.

4.- ¿Para qué? El objetivo más común del desarrollo de actividad en el extranjero es repatriar flujos para contribuir a sostener la actividad de la compañía, de forma que, son poco recomendables aquellos mercados en los que no haya firmado con España el Tratado de Libre Comercio (TLC) que facilite y clarifique la movilidad de capitales.

Muchos son los casos en los que la crisis ha empujado a tomar la decisión de abandonar la zona de confort, hacer las maletas y luchar por hacerse hueco en otros mercados, no exentos de dificultades. 

La internacionalización es un reto que, afrontado con valentía y responsabilidad, unido a la imprescindible dosis de suerte soportada en trabajo y esfuerzo, ha dado como resultado el orgullo de contar en Andalucía con empresas, de tamaño pequeño y mediano, que lejos de resignarse a la situación están consiguiendo tirar del carro de un sector que empieza a vislumbrar algunos datos positivos por méritos propios sin tener nada que agradecer.

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