La Reforma Fiscal: Un punto de partida

El pasado día 14 de julio, se aprobó el Real Decreto-ley 20/2012, de 13 de julio, de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad.  Esta batería de medidas tiene como objetivo, seguir estableciendo las bases para la reducción de déficit público y la recuperación económica.

De las medidas adoptadas, habitualmente, las más llamativas son las fiscales al tener un efecto generalizado en todos los contribuyentes (incremento de tipo de IVA del 8% la 10%, del 18 al 21%; subida de las retenciones a los profesionales; eliminación de la deducción en vivienda, etc).

Si bien estos ajustes no son agradables y tiene efectos directos e inmediatos en el contribuyente (trabajador, profesional o empresa), hemos de concienciarnos de la situación ante la que nos encontramos, con independencia de la opinión que tengamos sobre dichos ajustes. La cuestión es que estamos en una profunda crisis y  por tanto, no queda otra opción que adaptarse y seguir hacia adelante.

Y aunque pueda resultar chocante, esta reforma tributaria puede ser un punto de partida en nuestro negocio o empresa. Al incrementarse nuestro coste fiscal, hemos de tener presente que éste es una partida más a tener en cuenta en nuestra actividad y no debemos tenerlo como una carga ajena, a la que se atiende a última hora y con soluciones improvisadas. El hecho de planificar el coste fiscal, supone inevitablemente, la planificación de nuestra actividad, racionalizar nuestros ingresos y costes (ambos generan imposición, positiva o negativa). Nos hace pensar y revisar nuestros procesos, no solo en su ejecución, si no en la filosofía de los mismos. La carga tributaria en la empresa es un elemento más, y el obviarlo, no tiene sentido.

La planificación fiscal, ahora más que nunca, hace que racionalicemos nuestras decisiones, ajusta el periodo de maduración de nuestros productos y nuestra tesorería, nos hace ver que hay impuestos que no son nuestros (IVA), etc. 

En ocasiones, no es posible hacerlo, pero el hecho de tenerlo en cuenta, el ser conscientes que tenemos que hacer frente a unas obligaciones fiscales, no como una carga, si no como un elemento más de nuestra actividad, probablemente hará que su atención sea algo tan normal, como el pago de una nómina, la atención de nuestros préstamos o el pago a un proveedor. 

Lo expuesto no es ni mucho menos fácil, todo lo contrario, es una tarea difícil y exigente, pero debemos de tener un punto de partida, un cambio de actitud frente a las cargas fiscales, de tal manera que no condicionen nuestra actividad o que lo hagan de manera racional, a la espera que este esfuerzo que se nos pide, revierta en un futuro no muy lejano. 

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