Entrevista a Miguel Monferrer, Secretario Provincial de COAG

“A veces creo que nadie nos quiere pero que todos nos necesitan”

Reivindicaciones/ Miguel Monferrer reflexiona sobre el momento actual y propone ideas

Miguel Monferrer, secretario provincial de COAG, nos concede una entrevista coincidiendo con el centenario de la Cámara de Comercio de Motril y, en la misma, aprovecha para felicitar a la institución, hablando de los retos del presente y del futuro que se presenta a los agricultores y ganaderos de nuestra provincia.

Para empezar, y coincidiendo con el  cien aniversario de la Cámara de Comercio de Motril, quiero preguntarle si su asociación y la Cámara motrileña realizan funciones conjuntas.

Lo primero que quiero hacer a este respecto es felicitar a esta institución y a su presidente, Ángel Gijón. Mantengo buena relación con la Cámara y con  numerosas personas que la integran, pero COAG es una asociación de pequeños empresarios del sector agrícola y ganadero y nuestras actuaciones, a priori, no se complementan con las de la Cámara de Comercio. No tenemos relación directa con este organismo, pero esto no quiere decir que estemos cerrados a colaboraciones en el futuro, todo lo contrario.

Centrándonos en la labor de su asociación, ¿nos podría explicar qué tipo de asesoramiento ofrecen al sector agrario y con qué tipos de empresas trabajan?

COAG se caracteriza, desde su fundación, por defender los intereses de la pequeña  y mediana empresa, principalmente explotaciones familiares. Nuestro cometido ha sido, históricamente,  y lo es ahora, actuar como interlocutores ante las administraciones públicas, de forma que podamos trasladarles los problemas e inquietudes de los agricultores. Defendemos sus intereses en materia de precios, fiscalidad, ayudas o subvenciones. Además, tengo que añadir que, en opinión de COAG, las leyes que promueven las distintas administraciones parecen estar encaminadas a hacer desaparecer el sector agrario tal y como nosotros lo entendemos, por lo que nuestras reivindicaciones no pueden dejar de dirigirse a una resistencia pacífica, pero activa, que consiga conservar la esencia de la pequeña y mediana explotación familiar, por la importancia que tiene en cuanto a generación de empleo y riqueza y porque constituye un nexo de unión entre los pueblos y su gente, que, de otra forma, se vería forzada a emigrar.  De hecho, en la crisis, nuestro sector apenas ha perdido empleo ni ha visto mermados sus beneficios. Todo esto hace imposible entender la actitud poco constructiva de las administraciones, empezando por la inexistencia de un ministerio de agricultura y pesca y terminando porque en los nuevos Presupuestos Generales del Estado la agricultura ha sufrido un recorte del 40%. A veces pienso, a modo de broma un tanto amarga, que nadie nos quiere pero todos nos necesitan.

En otro orden de cosas, llama la atención la implicación de los nuevos agricultores con las nuevas técnicas agrarias, encaminadas a una explotación ecológica y sostenible e incluso con el I+D. ¿Creen que están recibiendo las ayudas suficientes para seguir desarrollando estas labores? 

Me gustaría decir que sí, pero no puedo. Nuestra agricultura sería más dinámica si tuviésemos viajes subvencionados para compartir experiencias con compañeros de otros países y depurar así nuestras técnicas a la misma vez que les aportáramos a ellos nuestra sabiduría. Hemos hecho una inversión enorme en mejorar nuestras explotaciones y hacerlas más modernas. Si hace falta más agua para el riego, nos llega un sms a nuestro móvil y, por tanto, ya no somos agricultores de la azada, lo que debería servir a las administraciones para comprobar el potencial que representamos. Somos profesionales y creo que nos merecemos un reconocimiento. Por el contrario, nos encontramos con problemas de competencia desleal en los precios en origen, fundamentalmente con Marruecos y algunos países europeos menos desarrollados que nosotros, que tiran los precios y ofrecen productos, la mayoría de las veces, sin ningún control, mientras la Unión Europea nos exige a nosotros, que constituimos una garantía de calidad que, evidentemente, tiene sus costes, que bajemos los precios, algo insostenible más aún en la situación actual, en la que vemos significativamente mermada nuestra rentabilidad. De hecho, hemos denunciado recientemente en una nota de prensa el brutal recorte que el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino. 

La presa de Rules, en Vélez de Benaudalla, lleva más de cinco años terminada y sus aguas se siguen vertiendo al mar. Algunos estudios señalan que una correcta canalización de la presa podría generar unos 20.000 puestos de trabajo. ¿Qué opina de esto?

Personalmente, creo que es difícil calcular el número de puestos de trabajo que se generaría, pero sí es cierto que el estado de esta presa es un despropósito, ya que hemos sufrido épocas de verdaderas carencias y, por tanto,  dejar que el agua se vaya al mar es un derroche. Los recursos son relativamente escasos, por lo que considero una irresponsabilidad desdeñar medios que tenemos tan a mano. Una buena gestión de la presa revitalizaría los cultivos de la Costa Tropical.

Y para acabar, señor Monferrer, querría preguntarle si le parece posible compatibilizar agricultura y turismo.

Por supuesto. Creo que son dos actividades completamente compatibles y que pueden enriquecerse mutuamente. El contacto con la naturaleza aporta conocimientos y concienciación a quien la visita y nosotros tenemos el potencial de mostrar a los visitantes como se cultivan mangos en Europa.

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