Entrevista a Francisco Ruiz Estévez, presidente de Transresa y ex presidente de la Cámara de Comercio de Motril

“Cumplimos con nuestro deber y ahora la Cámara está bien situada”

TIEMPOS DIFÍCILES/ En su etapa, la Cámara estaba en quiebra y fue desahuciada de su sede

Francisco Ruiz Estévez, presidente de Transresa y Estaciones de Servicio Rudisa, es actualmente vocal de la Cámara de Comercio de Motril que, según nos cuenta, renació de sus cenizas gracias a la acción de personas como él.

Fueron tiempos difíciles en los que la Cámara se vio desahuciada y encajó una orden de embargo de su sede. Como presidente  de la misma, Francisco Ruiz encabezó una iniciativa encaminada a evitar la desaparición del organismo. Y lo consiguió, según nos relata, con la ayuda de los vicepresidentes en aquel momento y del Comité de Gobierno de la Cámara. 

Usted fue presidente de la Cámara de Comercio de Motril durante cuatro años, una legislatura. ¿Cómo valora su experiencia al frente del organismo?

Cuando me incorporé a la Cámara en calidad de presidente, la situación de la misma era deplorable. Estaba al borde de la quiebra y su sede a punto de ser desahuciada. Esto sucedió a los seis meses de hacerme cargo de la presidencia, cuando el juzgado nos echó literalmente a la calle. La situación era compleja y lamentable, hasta el punto de deber varios salarios a los operarios de la Cámara y bastante dinero a los proveedores. También embargaron a la Cámara dos pisos de su propiedad e, incluso, cortaron la luz y el teléfono. La información que manejábamos en mi equipo antes de incorporarnos al Comité de Gobierno apuntaba a una situación delicada, pero nunca imaginamos que llegase hasta ese punto. En ese momento debíamos plantearnos si abandonar o continuar. Como presidente, yo decidí sguir al frente de la Cámara e impedir que desapareciera. Para esto desembolsé, incluso, dinero de mi patrimonio personal para pagar las nóminas atrasadas y hacer frente a los pagos más urgentes.  Gracias a este desembolso la Cámara pudo retomar la rutina, el día a día, y ponerse de nuevo a funcionar. Negociamos con los proveedores y refinanciamos una deuda de tres millones de pesetas de los de entonces con la Seguridad Social. Buscamos una nueva sede y tuvimos la suerte de encontrar un local con tres alturas, sótano, bajo y alto, en pleno centro de Motril. La elección fue acertada, ya que, aún hoy, la sede responde a las necesidades logísticas y administrativas de la Cámara.  El local tuvo un coste de 21 millones de pesetas, de los cuales yo avalé personalmente cuatro millones. Fue un reto mayúsculo hacerla renacer de sus cenizas, pero creo honestamente que lo conseguimos con esfuerzo y dedicación, a pesar de los escasos medios con que contábamos. En este sentido, debo agradecer su ayuda a mis vicepresidentes, Antonio Gallego y José González.

¿Aportaron también dinero o avales sus compañeros?

No. Es algo a lo que yo me ofrecí voluntariamente y no era exigible a nadie. Al dar ese paso al frente lo hice con convencimiento, pero sin ánimo alguno de dar ejemplo para que los demás me imitaran. El patrimonio personal es algo muy delicado y no se puede inducir a los demás a comprometerlo. El crédito que yo negocié se saldó antes de mi salida y la hipoteca se ha terminado de pagar recientemente, lo que demuestra que la Cámara tiene ahora unas cuentas saneadas. En mis cuatro años al frente de la corporación, no sólo no recibí dinero de la Cámara, sino que comprometí mi patrimonio y pagué de mi bolsillo los viajes que tuve que acometer y las dietas de éstos. 

¿Qué anécdotas destacaría de su etapa al frente del Comité de Gobierno de la Cámara de Comercio de Motril?

Lo que recuerdo con más alivio, ahora que se ha pasado, fue  nuestro prmer año en el Comité de Gobierno. Tuvimos que hacer acopio de una gran fuerza de voluntad para seguir adelante, ya que las circunstancias casi aconsejaban dimitir. Pero fuimos fuertes, encontramos una nueva sede y saneamos las cuentas de la entidad. 

En  su opinión y para finalizar, ¿cuál es el futuro de la Cámara de Motril?

Yo creo que, a pesar de sus recursos limitados, la Cámara seguirá teniendo su sitio en el comercio de la ciudad de Motril. Me consta que los comerciantes quieren a la Cámara y creo que ésta debe ser la institución que les ayude en los avatares cotidianos de la profesión.

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